viernes, 2 de octubre de 2009

Ecos de la Fiesta en USA

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La fama de José Tomás ha llegado a Estados Unidos. El diario «The New York Times» publica hoy un extenso reportaje sobre los festejos taurinos que tuvieron lugar el pasado sábado en Barcelona, conectándolos con la moción de la Entesa Catalana de Progrés a favor de que se retire la declaración de «interés turístico nacional» o «internacional» a aquellas fiestas en las que se maltratasen animales o personas y que fue rechazada por el Senado.

Michael Killman, autor del reportaje, recuerda cómo José Tomás logró que la Monumental de Barcelona se abarrotase para ver la corrida que ofreció en 2007. «José Tomás todavía atrae multitudes. Para los aficionados es la última y la mejor esperanza para el toreo. Solitario, es un torero de una intrepidez sobrenatural y tranquila, llena de historia y misterio, que se retiró en 2002, a los 27 años y la altura de su fama, sólo para regresar de forma inesperada cinco años después en Barcelona en lo que resultó ser la primera vez en veinte años que se vendían los 19.000 asientos de la Plaza Monumental».

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«El domingo estaba de vuelta para otra ocasión especial, quizás la última corrida de toros que se verá en Cataluña», añade el artículo de «The New York Times», apuntando a continuación que «en las tres últimas décadas, la disminución del interés entre los jóvenes catalanes se ha mezclado con la presión de los defensores de los derechos de los animales y de los nacionalistas catalanes para parar el toreo en Cataluña. Se han cerrado plazas de toros en las cuatro provincias de la región; la de Barcelona es la única que permanece activa».

El artículo de «The New York Times» recuerda que se ha hablado de prohibir las corridas de toros en otras muchas zonas de España, provocando las iras de los aficionados al toreo. Pero ahora las cosas podrían ser diferentes, por lo que estaríamos enfrentándonos al «final de una era».

Killman rememora los primeros años del siglo XX, en los que Barcelona se convirtió en «la meca de los aficionados» con «no menos de tres plazas de toros». «Hubo más corridas aquí entre los años veinte y los años sesenta que en cualquier otra ciudad española», añade un reportaje que califica al toreo como parte del «patrimonio cultural español»

«En un momento en el que Europa se está haciendo más grande y más multicultural, Barcelona se está volviendo más pequeña y más catalana», explica Robert Elms, un escritor británico al que cita el artículo del «The New York Times» y que lamenta ver cómo «la vanidad» ha convertido en una «oscura aunque mágica ciudad» un lugar que en otro tiempo fue «brillante». «La posible prohibición es similar a una ley que requiere que los estudiantes reciban la mayor parte de su educación en catalán, no español».

El artículo también cita al crítico taurino, Paco March, quien comenta que los compañeros de su hija la tachan de fascista por tener un foto de un torero en su libreta. «Siento rabia en nombre de la democracia», apunta al ver que «una minoría de opositores al toreo puedan borrar los derechos de otra minoría, los aficionados, que están disfrutando de lo que hay en este país, un espectáculo legal que expresa verdades profundas sobre la vida y la muerte llevados a sus extremos».

ABC.es

Artículo en The New York Times

Y digo yo (como dice mi amigo Juan Pérez Alarcón): pues con todo lo peros que se le quieran poner, gracias a José Tomás los yanquis han dedicado un amplio reportaje a la Fiesta de los Toros en uno de sus prestigiosos diarios. Y digo yo: pero,  ¿qué hacen aquí los que viven de esto y los que se proclaman como sus defensores?Aparte de llevárselo crudo; de dar homenajes a arruinadores de la sangre brava, de salir únicamente en la  foto, de adular la mediocridad y propagar la mentira; de mucho  “crítico” bajo el sometimiento a lo cómodo y políticamente correcto, para quedar bien no vaya a ser que se enfaden;  de no respetar al toro (el que menos importa); de ir a la caza despiadada de todo el que no es sumiso; de tener asociaciones de amiguetes para obtener su mísera prebenda sin cumplir su finalidad que es la defensa de la Fiesta y de los aficionados; de políticos mediocres engolados que la utilizan para darse publicidad, pero que luego no quieren que se les moleste; de toreros que no respetan su profesión ni la memoria de un compañero muerto en la arena de un ruedo; de…¡Qué coño (sin perdón) hacen sino cargársela día a día! Yo, por supuesto,  cada día más tomasista, pese a quien le pese y se les está pesando a algunos que me se, pues todavía más. Y, por supuesto, siempre de los que quedan, muy pocos, que se enfrentan al toro toro. A ellos mi admiración y el máximo de los respetos. Como a los escasos ganaderos con afición que quedan, que aman al dios toro y al que crían con el celo de un padre.

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