sábado, 11 de octubre de 2008

LO ACCESORIO, POR DESGRACIA, FUNDAMENTAL


Escribe Rafael Cabrera a propósito del Fandi en Zaragoza:

"¡Qué conste!, a mi también me gustan los concursos de recortadores; pero me gustan en su momento y circunstancia, cuando hay anunciado tal concurso, y no una corrida de toros. El Fandi, que es buena persona, cumplidor y entusiasta, iría fenomenal en uno de tales concursos, pero el toreo es otra cosa: la corrida de toros es precisamente lo contrario. El toreo sobre las piernas, de carreras, giros, recortes y saltos fue desterrándose de los ruedos en el siglo XVIII, y así desaparecieron muchas de las suertes que hoy admiramos en la tauromaquia de Goya. Y se olvidaron porque llegó un momento, con Romero y Costillares, especialmente, donde la gente empezó a valorar –con buen criterio y mucho sentido común- que las suertes estáticas tenían más mérito que las que se hacían en movimiento; porque aguantar al toro fijo e inmóvil, y dominarlo sólo con el capote o muleta en las manos, era más difícil y más meritorio que el correr en derredor del toro. Y la evolución sufrida por la fiesta en torno al toreo a pie, tomó su definitivo y más completo camino: el del toreo basado en los engaños con el torero inmóvil. Las suertes de banderillas, que siempre ejecutaban los diestros en el primer tercio del siglo ilustrado, fueron quedando para los subalternos, y con buenas e interesantes excepciones para aquellos quedaron, sirviendo de complemento y accesorio al verdadero toreo de capa y muleta para algunos diestros. Tales fueron, ya en el XIX, los casos de Lagartijo o Guerrita, enormes rehileteros, que gustaban con sus pares, pero a los que se medía por lo que hacían con capa, muleta o, y sobre todo, estoque. Lo mismo ocurría con Bombita, o con el mismo Joselito o su hermano Rafael el Gallo; podían lucirse con los garapullos, pero siempre era adorno para lo imprescindible: en aquellos tiempos, la faena de muleta y la estocada. La sobrevaloración que vivimos hoy en día de una suerte accesoria es sorprendente. Miren ustedes, para aquilatar el mérito de cada cosa basta con recordar que ha habido medianos toreros que al abandonar la categoría y dedicarse a subalternos, han sido grandísimos banderilleros; y sin embargo nunca buenos matadores. Que se lo pregunten, ya que lo hemos mencionado, a los hermanos de Lagartijo y Frascuelo… magníficos peones y rehileteros y menos que mediocres espadas a la sombra siempre de sus hermanos. El mismo Alcalareño ha puesto hoy un par, al estilo del Fandi, sin correr, simplemente andando, haciendo un cuarteo hacia atrás, lento y dejando llegar al toro, clavando en la misma cara, sacando los brazos de abajo, y saliendo al paso. ¡Olé! Al contrario; no hacen falta carreras innecesarias, ni saltos en el embroque, ni giros; para torear con las banderillas basta con lo citado: entrar y salir al paso, cuadrar en la cara, sacarse los palos de abajo y clavar entre los pitones que es donde está el riesgo."

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Despues de leido el articulo, muy acertado de Rafael Cabrera, una cosa está clara: o El Fandi y Ferrera (hay muchos mas casos) se quieren cachondear de los aficionados o son unos incultos, que no saben nada de la Historia del Toreo.
Salud
El Coronel

Unknown dijo...

Coronel, uno hace lo que puede y sabe hacer. El tema está en por una parte, en quienes les han enseñando y de otra el que el público crea que eso es meritorio, cuando es todo lo contrario y en eso han tenido y tienen gran parte de culpa mucho crítico y junta letras.

Anónimo dijo...

asi acabaremos los aficionados a los toros : rodeados de enfandilaos en un tendido de plaza multiuso.a esa altura de vulgaridad me iré tomando una caña en el bar de abajo con todos los alcalareños del mundo. menos mal si no nos sirven una sin alcohol.
un saludo gabachero.

ludo

Anónimo dijo...

Como siempre, me uno a la manera de pensar de Rafael Cabrera. Se puede decir más alto pero no más claro.

Unknown dijo...

Estimado anónimo anterior, te ruego uses un nick o alias la próxima vez
gracias. No admitimos comentarios anónimos