sábado, 11 de octubre de 2008

PONCE SIEMPRE QUEDA MAGNIFICO


Puedo prometer y prometo que no tengo ninguna inquina hacia Enrique Ponce, ni hacia ningún profesional que se vista de luces. Todo lo contrario, pues no afirmar que es uno de los toreros con más inteligencia que ha dado la historia reciente de la Tauromaquia sería, además de una falsedad, una monumental necedad. Cuando Ponce se inició en el arte de Cúchares creí ver en este torero un figurón que venía a revolucionar el mundo de los toros, pero como siempre se han hecho las verdaderas revoluciones en el toreo: retornando al toreo puro, el de la inteligencia, la técnica y la estética, pero también el de la verdad, el de cargar la suerte y torear con la panza de la muleta arrastrándola por la arena con profundidad y exposición, a la vez obligando y dando las ventajas al toro. En sus comienzos fue así y lo admiré, pero aquello duro poco ya que el de Chivas, siempre sobrado de valor, inteligencia y plasticidad, decidió seguir el camino fácil de la superficialidad. Llevo en las últimas temporadas esperando de este torero que, en su madurez, alguna vez ofrezca el toreo que seguro atesora en un profundo rincón de su persona, como se le ha visto en muy contadas ocasiones en su dilatada trayectoria profesional. Pero al final lo de siempre: adorno por encima de toreo. Pero, claro, para qué necesita esforzarse si sus aduladores se han encargado de hacer ver al público ignorante que ese es el canon de la tauromaquia posmoderna. Que pena que tras veinte años de alternativa, como dice Agustín Hervás en su crónica de la que a continuación copio un párrafo, Ponce siempre queda magnífico cuando debiera estar sublime.

Después del Torrente.
Agustín Hervás

"El académico Ponce sólo ha toreado bien al cuarto en el toreo superficial, el del adorno, el del postre, pero en los platos de fundamento no, y es en ese toreo dónde hay que dar cuenta de la buena boca que se tiene. Ponce siempre queda magnifico cuando debiera estar sublime, y Ponce entiende a los toros cuando en realidad debiera torearlos, romperlos, crujirlos y no acompañarlos, cuidarlos sin atacar para que duren. La tauromaquia de Ponce, que es verdad que tapa mucho, y que ayuda mucho a los empresarios y a los ganaderos, es la tauromaquia iconoclasta del toreo moderno: Si un toro es manso, es que poco se le puede hacer; Si un toro es mansurrón, no meterse con él para que no se acabe; Si es noble, se le pegan pases bonitos y con gusto; Y si es bravo, que acompañándolo, al hilo del pitón, se ve mejor, que, echándoselo atrás cruzándose. ¡Claro si es un torito bravo o algo que se le parezca Ponce lo indulta! Pero con Ponce no se puede meter nadie, porque es una cabeza privilegiada. Bueno, el Rosco y su discípulo Pacopi, sí. Pero bueno, es que ambos dos, son los talibanes del toreo moderno y no hay que tenerlos en cuenta porque ellos no llenan las plazas. Ni tienen tribunas semovientes de ideas, ni editor que se las de."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Zaragoza se consolidó la tarde de Ponce en una de las plazas mas bananeras.Le aplaudieron hasta los desarmes.Ponce que tenía la parroquia entregada pedía a la grada el aplauso,como mendigo de orejas peludas que es.Su suegro se encarga de que las cronicas le pongan como el inventor de la faena y si alguien discrepa lo llama al orden como ocurrió en Palencia a un periodista al que le llamo para decirle que quién era el para escribir eso.Esto no tiene arreglo los mendigos de peludeo engañan porque los respetables los aclaman con lo que ofrecen y así se perpetuan ante tanta comodidad.