domingo, 5 de octubre de 2008

DEMAGOGIA TESTICULAR EN LAS VENTAS

DEMAGOGIA TESTICULAR EN LAS VENTAS
Federico Jiménez Losantos en su blog

Era de temer que el josetomasismo, variedad posmoderna del tremendismo, produjera daños graves en la ya decaída afición, pero no pensaba yo que el proceso iba a ser tan rápido y devastador. Sin embargo, en la primera gran corrida de la Feria de Otoño y con el extremeño Perera como único espada, el público supuestamente más entendido del mundo, que es el de Las Ventas, y la crítica taurina más exigente, que es la de la prensa de Madrid, han dado un verdadero recital de banalidad testicular, valga la redundancia.

Y es que no hay cosa más banal que la testiculina en los toros. No hay un solo torero que no tenga valor, un valor temerario, casi suicida, metafóricamente hipertesticulado. Sólo el imbécil de Hemingway se atrevió a llamar "cobarde" en uno de sus libros al Niño de la Palma, prueba de que nunca entendió ni aprendió nada sobre la Fiesta. El torero no es valiente por definición, sino por profesión. Y yo creía que en los críticos de los grandes periódicos nacionales, eso se daba por descontado: todos los toreros, buenos y malos, tienen valor. Lo importante, y ahí es donde empieza la labor del crítico y el discernimiento del aficionado, es si tienen talento para ver al toro y arte para lidiarlo.

Nada de eso he podido ver en la reseña de una corrida tan abominable, para mi gusto, como la del viernes. Sí, porque abominable es ver que en la primera plaza del mundo se premia lo superficial y se ignora lo fundamental. No hay en las reseñas de los grandes críticos ni una sola glosa sobre el toreo de Perera, cosa lógica porque apenas existió. A cambio, llueven metáforas sobre la lesión en un testículo que, una vez reparado, le permitió demostrar el mérito de las labores de costura del Doctor Mago de Las Ventas. Si le llega a coger en un glúteo, cosido o no, se queda Perera sin ditirambos.

Desde la locura tomasista no dejo de recordar una entrevista hace muchos años de Molés al gran Marcial Lalanda, cuya tauromaquia recogió Andrés Amorós en los últimos años del maestro. Era el año del debut del Yiyo y del triunfo apoteósico de Paco Ojeda. Y le pregunta Molés a Marcial si le gusta el nuevo ídolo de masas. Responde el maestro: “Me gusta. A mí los toreos que se arriman me gustan... (pausa)... me gustan más los que torean”. Y le había gustado más el Yiyo, un crío. Preguntado por una dramática cogida de Curro Vázquez, Marcial dice que a veces se hace un esfuerzo cuando no se puede hacer, y que él entiende que “fue el torero el que cogió al toro y no el toro al torero”. Esa naturalidad imposible ante semejante fiera, esa elegancia de la inteligencia para ver el toro y darle plásticamente la lidia adecuada es lo que eché ayer de menos en Las Ventas. En el torero, es disculpable; en la afición, imperdonable.

La primera cogida al entrar a matar se produjo, en mi opinión, porque Perera se fió de la admirable facilidad con que estoquea, aprovechando muy bien su altura y envergadura, y tardó una décima de segundo más de lo debido en salir de la suerte. Una décima de segundo para un toro es como en la Fórmula 1, una eternidad, y si lo están matando, más, pero una cornada matando, y matando bien, es lamentable pero nunca criticable. Peor fue la media hora de demora en la enfermería, con dos sobresalientes en la plaza, pero quizás influyó el portavoz de la plaza, víctima de la Logse y de la falta de lecturas: "Debido a la intencionalidad del matador de seguir la lidia..." decía el hombre, confundiendo "intención", fruto de la voluntad, con "intencionalidad", fruto de una voluntad delictiva, siempre censurable. Aún perpetró más delitos contra la gramática española, en lo semántico y en lo sintáctico, pero al menos dejó en paz el Código Penal.

El caso es que salió el torero maltrecho, con el testículo recosido. Y como tiene poca cabeza o poco apoderado, volvió a torear como si estuviera en plenas facultades, lo cual era un disparate sólo admirable para los devotos de lo que Unamuno llamaba "el cerebro cojonudo". Cortó la segunda oreja en lo que no fue faena, sino exposición temeraria a la cogida, con la salvedad de una sola tanda, honda y muy buena, que le aplaudieron como las malas, por ejemplo unas bernardinas, manoletinas o tomasinas sencillamente atroces. Nunca hubo una faena construída como tal, de principio a fin, sino una inacabable serie de pases a lo novillero en Las Ventas, que cree que nunca ha dado bastantes y no piensa en matar hasta que suena el primer aviso. Meritorio, sí, y valeroso, claro, pero no de figura del toreo. Y cuando ya tenía ganada la tarde y la Puerta Grande, se empeñó en "coger al toro", que hubiera dicho Marcial. Lo intentó en el primer muletazo; no lo consiguió. Al segundo, el toro ya no tuvo más remedio, lo atropelló y no lo mató porque no estaba en su naturaleza cebarse con el caído. Pero no debió seguir toreando en ese estado. Eso no es valor sino inconsciencia, y lo inconsciente no es valiente nunca, y en toreo, menos. Se le pasó la conmoción, porque Perera es joven, fuerte, de rápida recuperación y dura mollera, pero aquello ya no era lidia, era un circo josetomasino, un cebo sanguinolento, donde la emoción no radicaba en el toreo sino en si la fiera volvía cornear al diestro o no. Desde luego, estuvo muy por debajo del Perera hondo y serio que pudimos ver antes de este verano de su apoteosis y también, ay, de su avulgaramiento. Claro, que para avulgaradas, la afición y la crítica de la primera plaza del mundo. ¡Así está el mundo!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pepe, tu sabes lo que me jod.., tener que decir: Que estoy de acuerdo con este tio.
Salud
El Coronel

Unknown dijo...

Coronel. La cuestión no está en quien lo dice sino en lo que se dice. Eso aprendí de mi abuelo gran aficionado y republicano hasta la médula.

Un saludo

giakkomo dijo...

Y viendo que el que lo dice parece un tío imparcial no hay már que añadir , sino que en este caso tiene sencillamente razón.

pd: Yo pienso que Perera puede ser el mejor torero del momento esperemos que no coja ni el camino de José Tomás ni el de Ponce.

Anónimo dijo...

Por eso Pepe, hacia la salvedad, porque en este caso lleva razón y a cada cual lo suyo en cada momento.
Mucho me temo que Perera, ya ha tomado el camino ese de JT, el siguiente paso será el de Ponce. Al tiempo.
Salud
El Coronel