Sobre el indulto de Conde en Torremolinos

Por José Daniel Rojo

Tuve la enorme suerte de no ver la corrida ayer. Me negaba a sentarme en el sillón a ver el lamentable espectáculo y además con los comentarios del "pelotintas" y el Maestro de la lengua. Con la de cosas que se pueden hacer un domingo por la tarde...

Al caer la tarde me enteraba del indulto de Conde en Torremolinos. No me hacía falta ver ninguna foto ni videos; sin verlo, podría imaginar a la perfección la categoría del indulto. Además era algo que se veía venir: Torremolinos, Canal Sur, "Pelotintas" igual a indulto seguro.

No obstante, antes de escribir esto, quería confirmar mis augurios y he revisado algunos vídeos que hay ya por la red sobre el famoso indulto o "insulto" de Conde en Torremolinos. Y la mala noticia me la he llevado al comprobar que lo realizado ha sido aún peor de lo que yo podía pensar: toreo con convulsiones, torito chiquito, tandas cortas de muletazos y enganchones, muchos enganchones.

Después de ver con mis propios ojos lo acontecido leo en http://www.malagataurina.com/ lo siguiente:

Independientemente del irrisorio indulto, Javier Conde estuvo bien, muy pero que muy bien, así de claro. Conde, que venía sutituyendo a Rivera, destapó no ese tarro de la esencias muy de moda ultimamente, él, su persona, se ha quitado de encima mas de una crítica ante el sexto toro del festejo.

Todo se envolvió en una especie de pompa personal en la que diestro malagueño se mentalizó desde inicio con el capote, pegándole una serie de verónicas de gusto temple que hizo arrancar mas de un ole de los tendidos que se copaban en tres cuartas partes.

La faena de muleta, brindada en los micrófonos de Canal Sur Tv, comenzó llevándoselo hasta el hombro y por bajo, con mas gusto imposible. Se lo llevó poco mas allá del tercio dando una serie de probaturas con la derecha, la cosa estaba en un punto intermedio o la pompa reventaba o seguía inchándose sin peligro de eclosión. Fue lo segundo, comenzó el delirio. No hubo ni un pase de esos de los que Javier se saca de la montera sin motivo, ni carreritas. Como si en una nube y rodeado por ángeles celestiales estuviera, Conde instrumentó una serie de derechazos rematado con un bellísimo trincherazo con la mano al revés, una locura. La faena iba cogiendo mas altura conforme iba avanzando, prosiguió con varias tandas de naturales algunos de ellos de cartel de toros, echándole la muleta al hocico y tirando largo hasta el final. Volvió con la derecha y el torito no paraba de embestir, terminaba el muletazo y estaba preparado para que le pegara el siguiente. El torero que tenía delante ascendió a una nube, se mostró presente a la vez que ausente, la muleta se le resbalaba de las manos. Siguió con mas naturales y soberbios trincherazos. Algún sector del público pedía el indulto, Javier se sumó a la petición mirando al presidente una y otra vez, hasta que D. Fco. Carmona sacó el pañuelo blanco del aviso, mas tarde cedería a la inexplicables súplicas del torero y sacaría el naranja. Si este toro era de indulto yo suelto el boli y me voy. Algunos se preguntarán las cualidades del animal para ser indultado: noble y repetidor, ¿fue así porque recibió un escueto picotazo en varas? Vaya usted a saber. La cuestión es que el castañito “Camarero” con 460 kilos de Osborne, como toda la corrida, volverá a la dehesa.

"Rodeado por ángeles celestiales", "El torero que tenía delante ascendió a una nube, se mostró presente a la vez que ausente".

¿Pero que es ésto? ¿a quien ha visto este tío?

Ante semejante insulto a la literatura española y a la Tauromaquia me cobijo en el blog de mi amigo y admirado Agustín Hervás, donde por fin encuentro algo coherente y que calma mi enfado:

Firmaba Javier Conde una faena inspirada al sexto del encierro, cuando una voz del tendido, esto siempre ocurre desde el tendido, donde se encuentran en mayor proporción voces indocumentadas, gritaba con desesperación: “Indulto”, “Indulto”. Y claro a Javier Conde se le dio la excusa bastante y suficiente como para seguir ejerciendo de adalid del toreo moderno y no entrar a matar. Fue oír la voz y comenzar a marear la perdiz, que si otro muletazo por aquí, que si otro por allá, que mira al presidente,, que el presidente dice que lo mate, que le arrea un aviso, que hace amago de entrar a matar, que la gente se pone echa un basilisco: “Indulto, indulto, indulto” Y así erre que erre, hasta que por derribo del palco (hubiera podido ocurrir de no desistir la presidencia) se sacó el pañuelo naranja. Se puede afirmar pues con todo conocimiento de causa que en contra de la opinión de la presidencia pero por no provocar un altercado publico, un Osborne se indultó en Torremolinos. En realidad no había merecimiento para tal gloria según los cánones del torero eterno, pero para los de la tauromaquia moderna era el toro ideal para indulto. Chiquito, bravito, coloraito, que recibió un picotacito de la vara de Pepillo Chico, con piececitos a los palitos y en la muletaza del malagueño muy bueno. No es que fuera bueno por la gracia del malagueño, no. Era bueno el 138 porque así debió parirlo su madre. El malageño lo que hizo fue ponérsela, distraersela, para en arrebatos de inspiración, incluso ya desde el capote, crear ese yo no sé qué que consiste en liarse el toro a la cintura para coger la muleta con la izquierda pero del revés y cambiarlo varias veces por delante y por detrás, eso si, ligada la cosa, y darle emoción a la tarde. Haciendo un esfuerzo considerable y de no haberse indultado el bichito, yo hubiera titulado la crónica, “Un Javier Inspirado”, pero como Conde quiso darle más protagonismo al torito, pues he tenido que cambiar el titulo para parecer buen periodista. Como en todas estas manifestaciones había gente que no quería que se indultara pero no gritaban más que los que si querían. Una señora famosa que compartió conmigo la corrida, y cuyo nombre no puedo desvelar por el principio del secreto profesional, me decía que el toro no era de indulto pero que Conde siempre hace el mismo teatro cada vez que oye la palabreja, que es una injusticia y que está muy mal el toreo.

Por supuesto que hay libertad de opinion pero para gustos, colores. Y precisamente como hay libertad de opinión no puedo dejar pasar la oportunidad de criticar lo lamentable del indulto de Javier Conde y lo que es peor, la humillante actitud de algún blogero que no tiene más remedio que justificar lo indefendible para ver los toros gratis. ¡¡A buen entendedor, pocas palabras bastan!!