Precipitación

Adolfo Ramos

Una de las acepciones del Diccionario de la Real Academia Española de la palabra precipitar es la de “provocar la aceleración de los hechos” y eso es lo que nos ha ocurrido a muchos aficionados con Adolfo Ramos: hemos acelerado los hechos con el melillense. Que Adolfo Ramos tiene condiciones para ser torero y de los caros creo que no cabe duda, pero todavía no lo es y le queda un buen trecho para llegar a serlo. Aún siendo cierto que la res que le tocó en suerte no fue la mejor de la buena y correctamente presentada novillada de esta tarde, Ramos hoy ha estado mal sin paliativos, no ha dado un pase en condiciones, ha estado desangelado y sin la torería que se le esperaba. Pero tampoco debemos ir a degüello con el chaval, cosa a la que somos muy aficionados en esta Málaga de nuestros amores y de nuestros dolores. Pero también es cierto que su salida a hombros de la plaza no refleja la realidad vivida en el albero de la Malagueta. Hoy, ni por asomo, Adolfo Ramos ha sido el mejor, otros compañeros han estado mejor que él: Cortés y sobre todo Rafael Cerro, de Badajoz. Y también me sigue preocupando que seguimos, aunque mejor que la novillada pasada, con la misma tónica de el toreo abusando del pico de la pañosa, sin cruzarse en el primer cite, sin cargar la suerte, la predominancia del toreo centrífugo, del adorno a la galería, de un menos que regular manejo de la capa, del escaso y paupérrimo toreo al natural, de alargar las faenas cuando debería meritarse lo breve y bueno, y del mal manejo de los aceros, aunque ello tenga más justificación por la lamentable falta de práctica con reses de los novilleros. Y eso si que me preocupa mucho más que la mala tarde de Ramos, porque…una mala tarde la tiene cualquiera.

A mi compañero Ignacio Mateos, hoy también mal sin paliativos en la presidencia y al que se le debió parar el cronómetro de los avisos, le ha vencido el paternalismo y la sensibilidad a su condición de aficionado. No era hoy día para la segunda oreja de Ramos porque, al concedérsela por no dar un pase, es posible que le haya causado un gran mal al novillero. Espero que sus profesores sepan hacer ver al chico y a su familia que lo de hoy no era más que un espejismo, y que queda por delante un largo y duro camino para llegar a ser el torero que todos esperamos y deseamos.

Mañana, más y mejor.