Fijar los cánones
Por Alvaro Pastor. Publicado en la web de Carlos Crivell
Pongámonos hoy académicos para intentar limpiar la tauromaquia de tanta baratija, bisutería y chabacanería, fijar los cánones de un espectáculo que se está saliendo de madre en muchos sitios –la Maestranza por ejemplo– y dar esplendor a una fiesta, cuyos peores enemigos, no nos engañemos, están dentro de este mundillo. Diccionario en mano, el de la Real Academia Española (DRAE para los amigos) esto fue lo que vimos:
Desaprovechar: no obtener el máximo rendimiento de algo. Exactamente lo que le pasó a la terna de ayer, que se dejaron ir por la vía de la apatía, el desconocimiento o el cuento chino una buena corrida de El Pilar. Salvo el primero, basto y feo, que presentó más dificultades, el resto del encierro colaboró –término que exaspera a algunos– en mayor o menor medida, sobre todo el quinto, el animal más noble que ha salido este año por la puerta de chiqueros, que tras recibir mil y un mantazos –ese término no viene en el DRAE pero ustedes saben perfectamente lo que significa– siguió embistiendo.
Degradación: acción y efecto de degradar. La solanera gritando «¡torero, torero!» a El Cordobés tras dejarse ir con las orejas al desolladero un toro casi de vuelta al ruedo. El sol directo sobre la cabeza –además de dos asistencias de la Cruz Roja– debe provocar otros efectos aún no descubiertos por la medicina moderna.
Despedida: acción y efecto de despedir a alguien o despedirse. La de Esplá, sin pena ni gloria, la única ovación que se llevó fue al romperse el paseíllo, pues después de sus actuaciones cayó sobre él un silencio sepulcral de los que deben escocer… cuando se tienen 18 años y muchas ilusiones.
Leña: segunda acepción, coloquialmente, castigo, paliza, la que le dieron los picadores a los dos toros de Javier Conde, toda la que se puedan imaginar y alguna más, sobre todo al que cerró plaza, el toro más bravo de este año.
Excuso la relación exhaustiva de otros términos, habituales ya en estas letras: pico, distancia, desapego, desconfianza, bajonazo, pitones escobillados de salida, rueda de peones o mala lidia. Se salvó Domingo Navarro, el tercero de Esplá, que estuvo bien hasta con capote al impedir que el toro llegara al piquero que hacía puerta. Entre los montados cumplieron con creces Teodomiro José e Ignacio Rodríguez.
También hubo parafernalia, la de Conde con su primero, mucho ponerse y poco torear; de pasárselo cerca, ni hablamos, venía de blanco y acabó impoluto. Entre pase y pase, vuelta y vuelta, pasaba una eternidad. Hasta una señora –con lo que gusta este torero a las féminas– le afeó su conducta con un «que es pa hoy».
PD: Alvaro Pastor, al que no tengo el gusto de conocer, no es familiar de un servidor.
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