PAUSA POR SEMANA SANTA

Llega la Semana Santa y un servidor de ustedes va a realizar una pausa en el blog, para retornar con lo que acontezca en la corrida picasiana. Aunque uno no es muy de procesiones, sino más bien todo lo contrario, esta Semana Santa tendré que ver más de una con mi chaval, que es un incansable y apasionado procesionista. Espero que entre trono y trono, bandas de música, nazarenos, puestos ambulantes, bullicio y jaleo encontraré tiempo y sosiego para poder hablar con aquel judío de Galilea que fue crucificado en Jerusalén hace más de dos milenios y que, en muchos aspectos, sigue siendo un gran desconocido. Hoy, más que nunca, estoy necesitado de hacerlo con el Nazareno que mientras agonizaba en el madero emitió aquel grito de "Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Como escribió Juan Arias, fue el grito de la humanidad doliente ante la desesperación de no entender el enigma de la vida; el grito de cuantos se sienten injustamente humillados por el poder o la avaricia de los dominadores. El grito de todos los torturados por las dictaduras, sean del signo que sean; el de las madres que lloran a sus hijos inútilmente sacrificados en las guerras; el grito que sale de todos los manicomios del mundo ante el misterio de la psique torturada; el grito de dolor de cuantos mueren sin saber por qué mueren. El grito de miedo de cada recién nacido ante el misterio de la vida. Aquel grito fue el verso desesperado que el hombre tiene alguna vez que pronunciar a lo largo de su vida.

Y quizás pueda llegar por fin a encontrar una respuesta a la pregunta que hizo a sus discípulos: "Y vosotros, ¿quién decís que soy?

Les deseo que pasen una Semana Santa en paz y con salud. Hasta la "corrida picasiana".