lunes, 9 de marzo de 2009

PLURALIDAD, SIEMPRE BIENVENIDA


En el Diario SUR de Málaga, leía ayer dos artículos, uno titulado "Vergüenza torera"de Juan Antonio Bonilla dedicado a la polémica de la medalla concedida a Rivera, y otro con el título "Gente con arte y gente con ´malage´: de todo hay" firmado por Pedro Luis Gómez en el que aparte de comentar otras noticias acontecidas en la ciudad, en relación a Rivera Ordoñez decía lo siguiente:

" ...Y si no, que se lo pregunten a Francisco Rivera Ordóñez, recientemente galardonado con la Medalla de Oro de las Bellas Artes, que ve, con sorpresa e indignación, cómo han reaccionado algunos compañeros... Yo no lo entiendo. Ni muchos otros. Por ello, un grupo de amigos de Málaga ya han organizado una cena de homeaje al nieto de Antonio Ordóñez, tan vinculado a Ronda y Málaga. Será en un restaurante y en un día que no se hará público para evitar el coñazo de los ‘paparazzis’. Sorprende la reacción de Morante (él, precisamente él, dando lecciones... Como alguien hable...), con lo que le debe a Francisco Rivera, que insistió ante su abuelo para ponerlo en una Goyesca donde hizo el mayor de los ridículos por la de veces que losn toros lo levantaron del suelo... Y ahora Tomás (con lo que te admira la gente, ¿para qué te metes en esos charcos?) y Paco Camino. Como si Penélope Cruz rechazara su Oscar porque no está de acuerdo con la que se lo dieron el año pasado. Pues se equivocan. Rivera Ordóñez se merece tal distinción, y los que protestan no llevan razón, incluida la Prensa del corazón, donde muchos no le perdona su participación empresarial en una conocida agencia... ¡Enhorabuena, maestro!.."

Este es el de Juan Antonio Bonilla:

"PUÑALES le han caído del cielo tormentoso de la opinión a José Tomás por haber renunciado a su Medalla de las Bellas Artes como protesta por la concesión de la misma Medalla a Rivera Ordóñez. No voy a entrar en sus razones -justificar la medalla por el mérito artístico de un torero que todo el mundo reconoce que es un profesional esforzado pero no un artista- ni voy a entrar en lo paradójico que resulta que el Ministerio de Cultura dé medallas a los profesionales de algo que depende del Ministerio del Interior (¿para cuándo una medalla al mérito artístico a un desactivador de bombas de la policía?). Al parecer, un alto cargo del Ministerio de Cultura exigió que se diese esa medalla a Rivera Ordóñez después de haberlo visto torear en Ronda y prometérsela: ay, los altos cargos, cuánta tragicomedia nos llevamos por su afán de mostrar el poder que tienen. Dejemos eso. Lo que importa del caso es que lo que se ha llamado soberbia de José Tomás, en estos tiempos en los que nadie parece dispuesto a mojarse en aras de un gremialismo empedernido y envenenado, es en realidad, según yo lo veo, un acto de honestidad espléndida. El torero no ha exigido que se le retire la medalla a Rivera Ordóñez, sino que ha entregado la suya: ha dicho, si pensáis que ese torero se merece la medalla que me disteis en su día a mí, entonces es que yo no la merezco. Eso es todo lo que ha pasado. En una época donde están demasiado bien vistas las buenas maneras, la no reacción, el encogerse de hombros, esta actitud de José Tomás, una actitud antigua si se quiere, es una lección que ojalá fuera imitada en otros ámbitos. Actitud es la palabra, hacer algo contra lo que nada se puede hacer. Ya no le van a quitar la medalla a quien, a juicio de Tomás no es que no se la merezca, sino que si se la merece entonces deja sin sentido la que le dieron a él, por lo tanto lo mejor es devolver una medalla que ha quedado sin valor. ¿Se imaginan que algo de eso pasara con el premio Cervantes? ¿Se imaginan que un premio Cervantes dijera, ahí tenéis el premio que me disteis, porque al habérselo dado a Gamoneda, habéis dejado sin sustancia el que me disteis a mí? Me temo que sería imposible. He leído por ahí unas declaraciones de Isabel Coixet en las que dice que cuando te dan una medalla lo mejor es aceptarla y desde luego aceptar todas las demás que se den sin entrar a valorar las decisiones del jurado. No estoy de acuerdo: si se quiere mantener el valor sustancial de un premio cualquiera, hay que tener un mínimo de competencia y razón para no rebajar el valor del premio, ni su historia. Evidentemente si lo que se pretendía dar, era una medalla al valor de un profesional que se juega la vida en cada plaza, a cambio de un extraordinario salario, no nos engañemos, entonces podría habérsele dado la medalla al Trabajo, o al Valor, o a lo que sea. Darle una medalla al mérito artístico parece un poco descabellado, y entiendo perfectamente que un artista de raza como Morante de la Puebla haya calificado el premio de «vergüenza».
Por fortuna, nadie podrá acusar a José Tomás, como si se ha acusado a Morante de la Puebla, de envidioso por el premio concedido a Rivera Ordóñez. En muy poco tiempo se ha convertido en una especie de mito que venía a salvar una mortecina fiesta necesitada de una figura de su talla. Lo que me resulta extraño es que no se valore su actitud: la actitud de alguien, fundamentalista si se quiere, pero hay disciplina en las que no cabe otra cosa que el fundamentalismo, que tiene muy claro el valor de las cosas, y sabe que en ese valor también pesa la historia, y cuando te dan un premio, ese premio es grande o pequeño dependiendo de quiénes lo hayan obtenido antes que tú, y que ese valor se incrementará o disminuirá en el futuro dependiendo de quiénes lo obtengan. Haciendo ese razonamiento, ha preferido borrarse de una lista de premiados en la que ya no se siente a gusto. Es una actitud todo lo soberbia que se quiera, pero de una honestidad multiplicada por el hecho de que en este país todo nos da lo mismo a todos, nos encogemos de hombros con complaciente facilidad, miramos para otra parte con tal de no enemistarnos con los del gremio. Yo no sé si Rivera se merece la medalla que le han dado, o si el Ministerio de Cultura se extralimita en sus competencias al otorgar medallas a profesionales a los que luego no quiere en sus filas. No entraré en la polémica porque mis conocimientos sobre la tauromaquia se limitan a unas cuantas corridas y unos cuantos libros admirados. Lo que sí digo es que la actitud de José Tomás es envidiable por trazar una línea de coherencia absoluta entre lo que es dentro de los ruedos y lo que quiere ser fuera de ellos. Y en ese sentido, su medalla devuelta al Ministerio de Cultura es un espléndido estocazo, no sólo al Ministerio de Cultura, sino a todo un ambiente cultural en el que parece que nunca pasa nada que importe lo suficiente como para decidir a alguien a renunciar a algo en pos de un ideal de coherencia."

2 comentarios:

Pacopi dijo...

La concesión de la Medalla de la Belas artes a Patxi es como darle el premio nobel a un analfabeto, o hacer academico de la lengua al Mocito Feliz.
El Mocito Feliz debe ser entronizado en el Palco de la Malagueta, a la que llaman, en los mentideros, el circo Price...porque cada año trae un tonto nuevo....
Un saludo.

El Coronel dijo...

Este tal Goméz es cuando menos: "un tonto del haba" que diria mi abuelo.
Mucho mas coherente y razobable sin lugar a dudas lo escrito por Bonilla.
Salud