lunes, 1 de septiembre de 2008

LAMINAS DE LA TAUROMAQUIA DE PEPE-HILLO

Pepe-Hillo

El torero sevillano José Delgado "Pepe-Hillo" figura como el autor de la primera de las tauromaquias: La Tauromaquia, o Arte de Torear, aunque su redacción se atribuye al aficionado practicante D. José de la Tixera, también autor de otro tratadillo sobre toros y de noticias referentes a la muerte de Pepe-Hillo. De esta obra se hicieron varias ediciones, la primera en Cádiz en 1796 y la segunda en Madrid en 1804 tras la muerte de José Delgado en la plaza situada junto a la Puerta de Alcalá el 11 de mayo de 1801 al entrar a matar al toro "Barbudo", berrendo en negro, de la vacada de José Gabriel Rodríguez.

Vista de la Plaza de la Puerta de Alcalá

Esta plaza fue el primer coso permanente de Madrid. En los planos del edificio intervino el que por entonces era Arquitecto Mayor de la Villa de Madrid, Juan Bautista Sachetti. Los arquitectos que intervinieron en la obra fueron Ventura Rodríguez y Fernando Moradillo. Fue utilizada entre los años 1794 y 1874 y tenía una capacidad para unos 12.000 espectadores.

Francisco de Goya. Asensio Julià, c. 1798. Óleo sobre lienzo. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. Se puede apreciar la dedicatoria en el ángulo inferior izquierdo del lienzo: "Goya a su amigo Asensi [sic]"

Es en la segunda edición de El Arte de Torear de Pepe-Hillo, realizada en la imprenta de Vega y Compañía, donde aparecen una serie de ilustraciones de posible atribución a Asensio Juliá Alvarracín pintor valenciano colaborador de Goya. En 1798 Goya había recibido uno de los encargos más importantes de su carrera: la decoración al fresco de la ermita de San Antonio de la Florida en Madrid. La sordera del pintor cada día es mayor y su salud es muy inestable, cansándose con frecuencia. Estas serían las razones por las que emplearía un ayudante para este trabajo: Asensio Juliá conocido como "el pescadoret", quizá por ser hijo de pescadores. Había nacido en Valencia en 1760, estudiando en la Real Academia de San Carlos y en la de San Fernando. Debía conocer a Goya desde la década de 1780, siendo considerado por la crítica como el único discípulo del genio aragonés.

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