miércoles, 13 de marzo de 2013

A propósito de los novilleros… lejos quedó aquella rivalidad entre Julio Aparicio y Litri

 

11

Habiendo seguido por televisión la primera parte del “invento” de Simón Casas en Valencia de partir la Feria de Fallas en tres (novilladas, encastes y figuras),  me viene a la memoria la rivalidad que, fundamentalmente en el año 1950, mantuvieron de novilleros Julio Aparicio y El Litri y que los aficionados mayores, de los que pretendo siempre rodearme, tanto me han hablado.

Los novilleros llegan ya a la plaza como figuras, olvidándose de ser lo que verdaderamente son. Se vislumbran ciertos detalles en ellos pero que no llegan a ser suficientes como para seguir alimentando las esperanzas del sufrido aficionado. Situación muy diferente, incomparable diría yo, a la de mediados del siglo XX cuando aquellos dos chavales demostraron que su ambición, y posiblemente su hambre, estaba por encima de todo. Solo de esa manera se pudo conseguir lo que ellos lograron: una competencia novilleril que se podría catalogar como de las más intensas de toda la historia de la Tauromaquia.

Cómo sería el entusiasmo que que aquella rivalidad causó entre los aficionados para que una feria tan importante como la de San Isidro se convirtiera en un ciclo de cinco corridas de toros para dar paso luego a tres novilladas en las que intervenía la mencionada “pareja”. El mayor apogeo llegaría precisamente en Valencia, que en su tradicional Feria de Julio, se olvidó de los matadores de alternativa y organizó seis novilladas en las que intervinieron, en todas, Aparicio y Litri.

22

Ambos fueron capaces de mantener una rivalidad feroz que transcurrió entre la pasión de los espectadores. Los más clásicos se decantaban por el toreo dominador, poderoso, lleno de casta y no exento de clase de Julio Aparicio; los más heterodoxos, sin embargo, se inclinaban por la valentía, el arrojo, la temeridad y el cierto atropello de Miguel Báez “Litri”, torero de dinastía, nieto de un modesto espada, hijo de un digno matador de toros y hermano de una promesa firme, a la que se llevó por delante en Málaga un toro de Guadalest.

Por aquel tiempo, y en torno a los novilleros del momento, también salió a relucir un tema tan de actualidad hoy día; se decía que en los festejos en los que intervenían salían reses muy chicas y que además estaban afeitadas. Tal cual ocurre ahora. Ya no solo las figuras, los que mandan, “exigen” estas condiciones en sus toros, sino que a los novilleros se les engaña de la misma manera contándole la mitad del cuento y no haciéndoles partícipes del riesgo “íntegro” que esta profesión conlleva. No viví la época de esta rivalidad entre Aparicio y Litri, pero teniendo en cuenta su mandato sobre el escalafón pues no debía de extrañar lo que muchas crónicas cuentan que salía por chiqueros. Al fin y al cabo mandaban, hasta para eso, y prueba de la fuerza que llegaron a tener se palpa hasta el punto de que las novilladas desplazaron a los festejos mayores. “Los niños”, como se les llamaba cariñosamente, vinieron con la escoba y barrieron a prácticamente todos los diestros de la generación manoletista y a la inmediatamente posterior.

Julio Aparicio y Litri volvieron a traer a los ruedos, y también a los tendidos, la pasión, el interés por la Fiesta, algo por aquél entonces diluido por la muerte de Manolete, y el hecho de que con ellos surgieran una pléyade de grandes novilleros, como Antonio Ordóñez, Manolo Vázquez o Juan Posada. Se incrementó, de este modo, el vivero. Aparicio dicen que fue un extraordinario torero y Litri el diestro más emotivo. Sus cites de largo al natural, “litrazos”, quedaron en el recuerdo de muchos aficionados que ahora nos lo cuentan a nosotros.

No es cuestión de decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero sí debía de servir para echar la mirada atrás y saber rescatar, o adaptar a nuestros días, lo mejor de aquella época.

44

4 comentarios:

Enrique Martín dijo...

Quizá sea utópico pensar que pudiera volver otra competencia entre novilleros, cómo fue aquella, aunque nunca se sabe, pero es triste ver la apatía que reina en el escalafón menor, los chavales se creen figuras, no les empuja la afición, se acomodan y parece cómo si hasta se negaran a aprender, y además ya exigen lo que quieren torear. Y encima te dicen que ahora se torea mucho mejor que antes y que esas épocas lo eran de tragedia. Pues eso, así nos va.
Un saludo

malagueto dijo...

Desgraciadamente no viví aquella competencia, era muy pequeñito. Pero me hablaron mucho y bueno de esa pareja.
Por lo pronto, iban a la plaza en taxi o en el coche del apoderado, se alojaban en pensiones y se ganaban los contratos en la plaza.
Igual que las delicadas promesas de hoy: ya sin torear con caballos, tienen furgoneta; le afeitan los becerros, se hospedan en hoteles de muchas estrellas y hasta eligen ganaderías.
Antes de tomar la alternativa, la mayoría tenía ocho o diez cornadas graves en sus cuerpos.
Los novillos eran más chicos, pero esos animales se los ponen a los de hoy y quedan 5 novilleros en el escalafón....

Saludos

Juanito dijo...

Fue una epoca llena de Toreria y coraje, Aparicio y el Litri ganaron de novilleros más dinero que el ochenta por ciento de los Matadores de Toros actuales, unos años después sin hacer pareja ubo tres toreros cordobeses que también hicieron dinero de Novilleros, El Cordobes El Pireo Y Zurito, y hasta en la década de los Sesenta ubo novilleros sin caballos que iban andado a la plaza y llegaron a cobrar 50 Mil pesetas en algunos sitios.

Ernesto Cisneros dijo...

No habla nacido cuando estos dos espectaculares diestros demostraban en los ruedos sus grandes faenas, el delirio por ver la competencia sana
en el ruedo. los vi en películas toreros impresionantes se jugaban la vida tarde a tarde.
enhorabuena maestros.