jueves, 21 de octubre de 2010

'Tauroética'

47tauroetica_iNo es un alegato a favor de las corridas de toros sino en contra de las argumentaciones moralistas de quienes quieren suprimirlas. Es, sobre todo, «una reflexión sobre las relaciones del hombre con los animales y la diferencia esencial entre los miramientos que debemos tener con ellos y las obligaciones éticas que tenemos con los humanos», resume Fernando Savater en 'Tauroética', su último libro, que presentó ayer en el Club Cocherito de Bilbao, donde se debate esta semana sobre el futuro de la Fiesta.

«La ética trata de la relación de los humanos con sus semejantes y no con los animales. Parece que ahora lo hemos olvidado para abrazarnos a las religiones orientales, cuando vivimos en un estado laico en el que nos hemos zafado de los dogmas del catolicismo», lamenta Savater.

En la obra, que ya va por la segunda edición y que Savater decidió escribir a raíz del debate que derivó en la abolición de las corridas en Cataluña, el filósofo carga contra aquellos que confunden la sangre de los animales con la de los seres humanos. A su juicio, algunos activistas están convirtiendo a las bestias en «seres divinos», en seres que «van al cielo», olvidándose de que las personas no tienen obligaciones morales con los animales, sino cierto 'fair play' con aquellos que mantienen una relación simbiótica con los seres humanos. Porque «la capacidad para sufrir de los animales no les convierte en seres morales».

“Los voluntariosos antitaurinos han acuñado el lema 'la tortura no es cultura', aunque en eso mismo también se equivocan, porque la tortura sí que es cultura, qué va a ser si no, lo mismo que los misiles tierra-aire o el espionaje industrial. Pero podrían haber sostenido que la tauromaquia -torturadora para ellos- es inevitablemente cultura, y sin embargo les parece rechazable… como tantas otras producciones a las que a veces nos resignamos o en otros casos intentamos erradicar. Por ejemplo de estas últimas, la tortura de seres humanos, por muy cultural que sea en cualquiera de sus formas”. (pág. 17).

Por este motivo, Savater no comprende la postura de los activistas que prefieren la extinción del toro antes que su dolorosa participación en la fiesta, ya que el sufrimiento del animal es «inferior al de los hombres» durante la vida y «no por ello reclamamos nuestra propia extinción».

“El daño que causamos a los animales –aseguran los utilitaristas y asimilados- no es necesario, o sea, va contra los intereses de esas pobres víctimas. El toro no quiere ser lidiado, ni la gallina poner huevos para alimentarnos, ni el caballo correr y tirar del carro, ni el cerdo aprovisionarnos de jamones y chorizos o de piel para hacer zapatos: todo eso va en contra de los intereses de los animales (…) Pero ¿en qué consiste el interés de todos los animales llamados domésticos, es decir, los que viven en simbiosis con el hombre desde hace tantos siglos? Porque ya no responden a la mera evolución natural, sino que son el producto de una selección y cría orientada por la voluntad humana”. (pág. 39)

Asimismo, y al margen de análisis morales, Savater considera «escandaloso» que un Parlamento, el catalán en este caso, «quiera dictar la moral de sus ciudadanos, cuando su labor es fijar normas de convivencia para garantizar el ejercicio de las libertades individuales». Porque «no es verdad que la corrida de toros sea inmoral en sí misma».

“…En las corridas de toros lo que hay es propiamente más crudeza que crueldad: porque vemos en el ruedo una cruda realidad que alcanza niveles simbólicos y sugestiones alegóricas sin enmascarar nunca por completo su fiereza desasosegante y cruda. Esa realidad que se muestra es la realidad de la muerte, cuya anticipación ciertísima constituye el elemento clave que funda nuestra conciencia humana…” (pág. 67).

Fuente: el correo.com

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