Por José Daniel Rojo
Sinceramente he de reconocer que no me he llevado ninguna sorpresa al conocer que Adolfo Ramos ha entrado en la final del Certamen de Escuelas Taurinas. Era de esperar. Aunque igualmente y haciendo honor a la verdad reconozco que mi enfado es mayúsculo. Me enfado porque no hay cosa que me de más coraje que me tomen el pelo y me tomen por imbécil.
Adolfo Ramos NO ha merecido nunca pasar a la final. No hay argumentos para defender lo contrario, y si los hubiere, reto públicamente a que me lo demuestren. Sin embargo lo que no saben ellos es que aquí el único perjudicado va a ser el pobre chaval, que están jugando con él de manera sucia. Su pase a la final ha sido sencillamente TONGO. Si Señores si, TONGO. Así de claro y de rotundo. Ni su faena fue de dos orejas ni debería haber pasado a la final. ¿Qué ha ocurrido entonces? Esa es la pregunta del millón.
Posiblemente, Ramos esté bien en la final, ojalá, pero moralmente ha sido un atentado contra otros chavales que han estado mejor que Adolfo y han tenido que hacer las maletas e irse para su casa. Si no que se lo digan al joven Rafael Cerro de la Escuela de Badajoz. Él si que hizo méritos para estar en la final.
En el hipotético caso de que el alumno de la Escuela de Málaga ganara el certamen, permítanme que nunca lo catalogue como tal, independientemente de que el chaval esté sensacional en la final. Y no lo aceptaré porque su clasificación para estar esa tarde ahí no ha sido justa. Ha sido seguramente un capricho de vete tú a saber quién.
Ahora vendrán “los malaguitas” (dícese de aquellos que presumen de malagueñismo) a decirme que no valoro nada a la gente de mi tierra. Y yo les diré que al carajo. Qué quien no valora verdaderamente a la gente de mi tierra, en este caso a Adolfo Ramos, son los mismos que lo han llevado directo a la final por el mero hecho de ser alumno de la escuela de Málaga. Y para muestra un botón. Os dejo a continuación el video de la faena completa de Adolfo Ramos para que juzguen ustedes mismos. Ahí va esa obra de “des-arte”.
Sinceramente he de reconocer que no me he llevado ninguna sorpresa al conocer que Adolfo Ramos ha entrado en la final del Certamen de Escuelas Taurinas. Era de esperar. Aunque igualmente y haciendo honor a la verdad reconozco que mi enfado es mayúsculo. Me enfado porque no hay cosa que me de más coraje que me tomen el pelo y me tomen por imbécil.
Adolfo Ramos NO ha merecido nunca pasar a la final. No hay argumentos para defender lo contrario, y si los hubiere, reto públicamente a que me lo demuestren. Sin embargo lo que no saben ellos es que aquí el único perjudicado va a ser el pobre chaval, que están jugando con él de manera sucia. Su pase a la final ha sido sencillamente TONGO. Si Señores si, TONGO. Así de claro y de rotundo. Ni su faena fue de dos orejas ni debería haber pasado a la final. ¿Qué ha ocurrido entonces? Esa es la pregunta del millón.
Posiblemente, Ramos esté bien en la final, ojalá, pero moralmente ha sido un atentado contra otros chavales que han estado mejor que Adolfo y han tenido que hacer las maletas e irse para su casa. Si no que se lo digan al joven Rafael Cerro de la Escuela de Badajoz. Él si que hizo méritos para estar en la final.
En el hipotético caso de que el alumno de la Escuela de Málaga ganara el certamen, permítanme que nunca lo catalogue como tal, independientemente de que el chaval esté sensacional en la final. Y no lo aceptaré porque su clasificación para estar esa tarde ahí no ha sido justa. Ha sido seguramente un capricho de vete tú a saber quién.
Ahora vendrán “los malaguitas” (dícese de aquellos que presumen de malagueñismo) a decirme que no valoro nada a la gente de mi tierra. Y yo les diré que al carajo. Qué quien no valora verdaderamente a la gente de mi tierra, en este caso a Adolfo Ramos, son los mismos que lo han llevado directo a la final por el mero hecho de ser alumno de la escuela de Málaga. Y para muestra un botón. Os dejo a continuación el video de la faena completa de Adolfo Ramos para que juzguen ustedes mismos. Ahí va esa obra de “des-arte”.
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