El Juli exhibió su amplio repertorio de toreo de capa. Foto: Juan Carlos Terroso
BILBAO. SEIS CUCARACHAS Y UN VALIENTE
Por Malagueto
Bilbao 21 Agosto 2009
Séptima corrida de la ASTE NAGUSIA.
Tres cuartos largos de plaza.
Toros de JANDILLA. Terciados y descastados. Primero y segundo mansos y peligrosos. Tercero y cuarto complicados. Quinto y sexto como sobrero, algo mejores. Se pitaron casi todos en el arrastre y se ovacionó al quinto, el mejor. La peor presentada con diferencia de la feria.
Único espada EL JULI: primero.- pinchazo y trasera: ovación. Segundo.- estocada: silencio. Tercero.- pinchazo y estocada: ovación. Cuarto.- estocada: ovación. Quinto.- Estocada: oreja. Sexto.- dos pinchazos, estocada y gran ovación.
El JULI ha estado por debajo de lo que se esperaba aún a pesar de tener sólo dos toros de triunfo. Es torero poderoso, con mucha experiencia y creería que por el hecho de anunciarse como único espada ya tenía el triunfo en la mano. Máxime cuando se le recibió con mucho cariño, que después se fue apagando y al público de Bilbao hay que darle lo que quiere. Aquí, tonterías las mínimas. Al final se quejaba Roberto Domínguez de la frialdad del público. Hemos de destacar la gran variedad de toreo de capa del matador: ahí un sobresaliente. Lances algo olvidados los sacó del baúl del recuerdo de la Tauromaquia. Además de las clásicas verónicas de pie y rodilla en tierra dio tejerinas, caleserinas, faroles de pie, larga cordobesa, lopecinas, tafalleras, largas cambiadas, chicuelinas y unas gaoneras inmensas.
Con la muleta le puso valor, sobre todo en los dos primeros que tenían peligro y daban derrotes por ambos lados. En el quinto toreó bien con series de calidad hasta que el toro duró. Pues además de malos, eran blandos los Jandillas. Ha matado muy bien, varios pinchazos y seis estocadas, casi todas arriba y eso se agradece en una corrida tan monótona de un solo espada y toros aburridos.
Ha ocurrido un hecho insólito que no creo que tenga antecedentes en el toreo. Se devuelve el sexto por blando y aquí los bueyes tardan un mundo en salir. Mientras, los dos sobresalientes se ponen a torear de capa al toro inválido. Lo hacen bien por chicuelinas y los mansos esperando que terminen sus lances Blázquez y de la Calle. El público reacciona y al final pita. Cuando se llevan al toro, el delegado del callejón, les echa una bronca enorme a los dos toreros.
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