viernes, 6 de febrero de 2009

EL EMPRESARIO TAMBIEN CUENTA

Tomás Entero

El empresario de hoy y del futuro

Por Tomás Entero, empresario taurino.

Publicado en el portal Opinión y Toros

He sido invitado por este portal admirable al que conocemos como www.opinionytoros.com y, ciertamente, me he sentido halagado por estos hombres y mujeres que, plagados de ilusiones, han reparado en mi persona para que, con mi pluma, exponga mis criterios al respecto de la profesión que desarrollo que, como se sabe, es la de empresario taurino. Pude haber sido cualquier cosa pero, como vemos, la vida, me llevó por los derroteros del empresariado taurino, labor, en ocasiones mal vista y vilipendiada por culpa de los malos gestores de la profesión pero que, en mi vida y en mi ser, toman la suficiente relevancia de cara a los protagonistas como son los toreros y los ganaderos.

Al respecto de lo que me piden, empezaré por decir que la profesión de empresario taurino, sólo la pueden ejercer los que vivan y sientan en plenitud esta Fiesta, no obstante, la misma, está plagada de sinsabores que, sólo es posible salvarlos, amando en plenitud a la fiesta y, por encima de todo, a la profesión que, sin lugar a dudas, hay que darle toda la grandeza posible, aunque sea montando una sencilla becerrada. El toreo es grandeza, pero bien entendida, claro.

Convengamos que, el futuro de la Fiesta no pasa por su mejor momento, por ello, el empresario, ante todo, tiene que ser un aficionado apasionado y un defensor a ultranza del espectáculo, de su cultura, de sus orígenes y de sus ancestros más puros. Y, como es mi caso, ante todo, debemos de aprender a sortear los escollos que se presentan cada día y que, los mismos, a veces, nos hacen desfallecer. Ciertamente, el empresario, no se juega la vida; pero si se juega el prestigio moral del individuo que organiza los festejos que, de hacerlo bien o hacerlo mal, el abismo, puede ser tremendo.

Son incontables los ejemplos que podría exponer, no para salvaguardar la imagen del empresario, sino para mostrar la dura realidad ante los ojos de quienes has contratado que, en muchas ocasiones, por ser ecuánime en mis apreciaciones y contratos, me encuentro con problemas de diversa índole. Por ejemplo, la Administración, ha encarecido todo lo relacionado con los permisos, tasas, seguros, etc. etc.; pero muchísimo más que en cualquier tipo de espectáculo programado de cara a un público. Sin ir más lejos, los ayuntamientos, en su conjunto, destinan el mismo presupuesto para la organización de los festejos taurinos que hace quince años. Siendo así, ya podemos darnos una idea de todo cuanto hay que sortear para, con semejantes emolumentos, montar la corrida que te piden y, a su vez, ser leal y justo con las personas que has contratado, léase toreros y ganaderos.

Como empresario, en ocasiones, tengo que batallar contra los políticos de algunas localidades que, creyéndose los más importantes del planeta por aquello de las vanidades propias de la especie, quieren, con el mismo presupuesto de hace diez años, montar varios festejos cuando, en algunos sitios, montar una corrida de toros ya es una tremenda odisea; más tarde, a la hora de la liquidación, es el empresario el que tiene que dar la cara porque, en honor a la verdad, es el que ha contratado. Como vemos, trabas y sinsabores por doquier, de ahí la afición que tiene que correr por las venas de todo aquel que, sabiéndose honrado, ha de demostrarlo en todas y cada una de sus organizaciones.

Los profesionales, obviamente, los toreros y sus mentores que les obligan a anunciarse en sitios “ilógicos”; y no es que los aficionados de los pueblos no merezcan lo mismo que de las capitales pero, la lógica de que hablo, tiene que empezar por la cordura en todos los órdenes de lo que llamamos como organización y montaje de un festejo taurino. Por citar un ejemplo, en Ajalvir o Boadilla del Monte tienen derecho a ver a Enrique Ponce, por citar una figura; el derecho le asiste, pero la razón es otra; no existe bastante presupuesto para sufragar los costes de una figura, por ello, luchar contra estos imponderables, a veces se me hace cuesta arriba.

Con este panorama que les describo y algunas cosas más que se pueden añadir, tales como los detractores de la fiesta, así como algunos de los mal llamados defensores de los animales; luchar contra tanta adversidad, a veces, resulta insostenible. Igualmente, en ocasiones, la mala propaganda que nos hacen nuestros vecinos de la Comunidad Europea, la famosa lengua azul, y otras actitudes diversas por parte de distintas personas o entidades que, sin lugar a dudas, descorazonan a cualquiera, de ahí, las ganas que hay que echarle para continuar en esta profesión. Sea como fuere y, muy a pesar de todo, sigo creyendo en este espectáculo que, pese a todo, para mi, tiene futuro.

Soy consciente de que, en los toros, hablar de empresas, de productos de oferta y demanda, incluso de operaciones de marketing, todo ello puede sonar a música celestial puesto que, en los toros, tiene mayor cabida la liturgia de la fiesta, antes que vender y promocionar un espectáculo como son los toros y, al respecto, con estas convicciones, estamos totalmente equivocados puesto que, el espíritu puritano que a veces rociamos a la fiesta es una de las causas fundamentales del atraso para la misma. Convengamos que, el espectáculo taurino, ante todo, necesita de una promoción adecuada, de una gestión eficaz y de una credibilidad sin precedentes, todo ello, para atraer al gran público y, por supuesto, a los grandes aficionados.

Tenemos que inventarnos una nueva manera de hacer empresa; quedarnos anquilosados en el tiempo es un grave error; debemos, los empresarios, evolucionar al mismo ritmo que ha evolucionado la sociedad en su conjunto puesto que, todo lo demás, será una pérdida de tiempo y, por consiguiente, un paso atrás en la misma organización del espectáculo. El empresario se tiene que caracterizar por asumir riesgos, por innovar, por aceptar la competencia y se tiene que regir por presupuestos bien estructurados y mejor organizados. ¿Cuántos empresarios taurinos hacen sus presupuestos teniendo en cuenta los gastos mínimos como son los sueldos de los toreros? Lamentablemente, los menos. ¿Qué quiere esto decir? Sencillamente que, quienes organizamos con coherencia y lógica a veces nos vemos aplastados por los vándalos del espectáculo que, con buena verborrea venden oropel a precio de oro.

Para no cansarles más con este debate, daré un dato que me parece importante. La fiesta, su organización y montaje, supone un 1.5% del producto interior bruto español; es decir, los toros generan alrededor de DIEZ MIL QUINIENTOS MILLONES DE EUROS al año, casi dos billones, con “b” de las antiguas pesetas. Los datos que aporto, por objetivos e importantes, me temo merecen una reflexión por parte de muchas gentes. Dejo estos datos abiertos para que, ustedes, buenos aficionados, piensen, reflexionen y opinen al respecto puesto que, de un gran debate estamos hablando. Todo ello servirá, de encauzarlo con orden, para que entre todos, hagamos llegar a quienes tienen la responsabilidad, entre todos, lograr una fiesta mejor.

Es cierto que la Fiesta está en crisis; negarlo sería una estupidez. Pero todos tenemos que arrimar el hombro; cada cual en su parcela. Entre todos, queramos o todo lo contrario, tenemos que afrontar los retos de un espectáculo atrasado en sus orígenes pero que, a fin de cuentas, haciendo las cosas bien hechas, puede ir ganando terreno para sobrevivir y, ante todo, para recuperar la grandeza que siempre le caracterizó. Grandeza y esplendor que, durante un tiempo, los toros, eran capaces, como tales, de paralizar a este país para ver torear en las pantallas de la televisión a un determinado torero, justamente, cuando las plazas se llenaban porque existía un espectáculo fascinante que, como tal, era único en el mundo. Volver a lo que fueron los orígenes de la grandeza del espectáculo, ahora, con un poco de imaginación por parte de todos los responsables, seguro que lo lograríamos.

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