Estimado amigo: no es una noticia de capital importancia esta que te voy a dar, pero como soy curioso de todo lo que se escribe, sea bueno o sea malo, que todo merece su comentario, no puedo dejar de referirte lo que creo que no puedes saber porque tu vives un poco alejado del centro y esto que te refiero fue, parece y creo, fruto de una efímera promoción, y es que ayer al medio día, a la entrada de Larios por donde casualmente pasaba, vi que dentro de lo que era el barullo propio de la feria, estaban repartiendo algo, y yo, como soy así, sin pensarlo, también me sumé a la algarabía, acostumbrado que estoy a meterme como sea dondequiera que den algo gratis. Y comprobé, en efecto, que unas ataviadas señoritas, guapas de verdad, lo confieso, estaban repartiendo, unas sombreros, propaganda de no sé qué diario, otras unos periódicos, y unas terceras, algo así como una especie de prospectos de la feria taurina, según decían los que ya lo habían cogido. Mi desilusión después de haber soportado varios empujones, atropellos que ya no vienen bien a mis maltratados huesos, no te la puedes imaginar. Tu sabes bien que yo no soy nada aficionado a los toros, quiero decir a las corridas, primero porque nada entiendo del asunto, y en segundo lugar porque, para mí, donde se pongan, por ejemplo, el parchís, los bolos o el juego de la rana, que nadie les haga competencia. Pero sí que soy coleccionista de cosas raras. Y ya que estaba metido en el lío y con el brazo alargado que de ningún modo podía encoger porque no me lo permitía la proximidad de los que tenía a mi lado, qué iba a hacer, pues que con los dedos que pude atrapé un ejemplar del meritado prospecto. Fuera ya del tumulto y apoyadas mis posaderas en el dintel bajo de ese Banco que hay a la entrada de aquella calle, comprobé que el tal prospecto era, y es, un costeado libreto con el título de Toros en Málaga, título, según comentaban algunos que pasaban por mi lado, muy común en reportajes periodísticos, espacios televisivos y en otras muestras de difusión comunes al caso. Y te digo libreto, sin menospreciar, claro es, su valor propagandístico, porque no obstante el número de páginas de la creatura, no refleja ISBN alguno ni el oportuno código de barras, tal que ocurre, por ejemplo, en los TBOs, y que en conjunto no es más que una muy pobre repesca de noticias de aquí y de allá, fusilamientos que dicen los entendidos, sin referencias concretas. Hombre, no es que quiera quitar valor, de ningún modo, al autor del diseño y maquetación del trabajo, ni a la empresa impresora, pero sí debo decirte que para ser historiador, hay que saber, primero, hacer historia, después saber escribirla y finalmente regirse por los cánones que son comunes entre los historiadores de verdad. Lo demás es algo así como poner a hacer relojes a un churrero. Con el respeto que este gremio me merece. Algún día, mi buen amigo, si el aburrimiento que me proporciona tanta pobreza impresa que la osadía de los atrevidos tratan de vender como auténtica historia me diera siquiera una pizca de pábulo, te prometo que te contaré otras muy importantes cosas. Mientras, recibe los saludos de tu buen amigo, M.Muñoz.
1 comentario:
Ese libro, por llamarlo de alguna forma, me recuerda a los trabajos de los niños en lo coelgios, que se limitaban a copiar de aqui, otro poco de allí y salía un pastiche. Efectivamente, como bien dice el Sr Muñoz, carece de todo rigor científico. La historia y los historiadores, son algo mucho mas serio que eso.
Un saludo.
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