martes, 23 de junio de 2009

El insulto de Alicante

"Comendador - de Juan Pedro Domecq- volverá al campo a pesar de no haber cumplido con los requisitos mínimos para ser merecedor de este premio. La Fiesta no se dignifica con indultos a tutiplén, sino con la bravura, la casta, la fuerza y la emoción. Cualidades que por desgracia no tuvo el ‘juanpedro'. Clase en su embestida sí, pero son cosas muy diferentes.

Porque el indulto tiene que ser algo especial y mágico. Cuando se desvirtúa, carece de importancia. Y debido a que la gente que acude a una plaza de toros no tiene por qué saber de toros, es necesario que sean los toreros y el ganadero quienes velen por los principios básicos de la tauromaquia. Por eso no es responsable que un torero provoque el indulto ni que un ganadero se ponga como loco en el callejón, pidiendo de forma exacerbada el indulto, tal y como ocurrió en Alicante."

Tiene una curiosa forma Juan Pedro de entender la bravura, a pesar de sus tratados. Es peligroso para la Fiesta buscar el toro facilón, de carril, bobalicón, que no tenga ningún tipo de complicación para el torero, como este Juan Pedro. Que el toro vaya de un lado para otro, que no se caiga y se mantenga en pie. No es coherente entender la bravura como la ausencia de dificultades. Cosas así son las que hacen daño al toreo.

Y es que corridas así son las que invitan a la reflexión. ¿Cómo se puede poner a padrear a un toro de tan poca presencia?¿Qué saldrá de ahí?¿Por qué se indulta a un toro al que no se ha picado?¿Por qué esa falta de respeto al tercio de varas?¿Desde cuando se premia la falta de fuerzas? Si alguien lo sabe, háganlo saber. (Carlos Crespo en Burladero.com)

"Juan Pedro Domecq, el ganadero que ha permitido que le indulten hoy un torete noblote y medio desfondado desde el comienzo de la faena, ya no se corta y lo dice hasta en blanco sobre negro: no importa la suerte de varas, importa que el toro aguante 40 muletazos. Es lo mismo que decir que no importa el riesgo, lo bueno es que el torero se pueda poner bonito. Entramos en la era de Don Bull, del nuevo espectáculo que quieren exportar a Las Vegas: sin sangre, sin lucha, sin emoción, todo luz, todo oropeles, todo maquillaje.

Pues eso, un medio toro nos ha metido de indulto -¿insulto?- don Enrique Ponce. Medio toro, medios pases, medio todo… Lo tomaremos, pues, como medio indulto. Si Ponce hubiera sido vendedor de enciclopedias, un número 1. Te clava una enciclopedia en CD-Rom de cuatro perras a 3000 euros y además te hace creerte poseedor de los grandes conocimientos de la humanidad. En la segunda tanda, comenzó a azuzar al público, cual banderillero pidiendo la oreja para su matador, cayendo en la más escandalosa de las inafamias taurinas de los últimos tiempos. A este paso, Ponce habrá salvado la vida a más toros de los que ha matado. Al tiempo. La pantomima ha sido de órdago, con interpretación para los Goya, como mínimo. Y el torete yendo y viniendo, sin codicia, sin emoción, y Ponce machacándolo a derechazos, poncinas, tresenunos, ayudados y sin ayudar. Ha sido una revelación: torero de plaza de carros. Y para plaza con público receptivo a la fiesta, la de mi tierra. Y un presidente que primero le dice que mate, y luego pregunta, y Juan Pedro que venga, vale, y entonces el pañuelo naranja. Y todos felices. ¿Y de qué te quejas? Es que eres más papista que el Papa…” (Jorge Villar en su blog)

1 comentario:

Nico28 dijo...

Esto es ya indescriptible, increible, alucinante, horrorizante y no se que más decir porque no alcanzo a describir el horror y el fraude que acabo de presenciar en este video. Espero que después de su retirada, el manteador ponce, escriba su doctorado sobre manta y mosca mansa porque de la afición prefiero no hablar porque paga y no conviene ofenderla.
Capitán Pastor....creo que la nave empieza a naufragar y la fiesta está entrando en barrena.